miércoles, 20 de abril de 2011

La lucha de una madre para volver a abrazar a sus hijos


María Eugenia no quiere saber nada con que le hagan un cuestionario repleto de preguntas cerradas. Todo lo contrario. Pese a estar casi completamente inmovilizada tras sufrir un accidente cerebro vascular (ACV), la mujer platense quiere, a su modo, contar su historia y explicarle a toda la sociedad cómo hace para luchar por su vida cada día que se despierta, bien puntal, a eso de las 9. Para comunicarse, entonces, emplea un lenguaje casero: ella produce señas con sus ojos y algunas otras con su boca –las únicas dos partes de su cuerpo que puede mover, aunque hace pocas semanas recuperó la movilidad en uno de sus pies- y sus enfermeras, Maura y Lidia, las traducen. “Dice que le gusta hablar y que pregunten todo lo que quieran”, interpreta la enfermera a un costado la habitación y de frente a María Eugenia, quien no esperó a que la nota comenzara para dar a entender sus primeras palabras. Mientras, los familiares, amigos y vecinos encabezan una campaña solidaria para juntar cerca de 70 mil pesos y que Maru, como le dicen sus allegados, pueda acceder a la rehabilitación en la Fundación FLENI de Buenos Aires que le permitiría cumplir su sueño: “Estar bien para poder abrazar a mis hijos y decirles que los quiero”, señala la mujer.
Maru dio a luz a su segundo hijo, Enzo, en mayo de 2003. Durante el parto, la mujer sufrió una serie de convulsiones –eclampsia- que, ocho días después, derivaron en un ACV que la dejó inmovilizada.
Tras ese episodio y en los primeros años, la madre platense no pudo realizar ningún tipo de rehabilitación ya que sufrió una sepsis generalizada y dos paros cardíacos, por lo que los médicos del hospital Rossi debieron poner todos sus esfuerzos para mantenerla con vida. Lo lograron. Ahora es atendida por una enfermera en la casa de su mamá, se alimenta por sondas y un kinesiólogo concurre tres veces por semana a atenderla en turnos de media hora.

VERBORRÁGICA. La mujer de 34 años tiene ganas de contar su historia, cómo vive inmovilizada y cuáles son sus sueños. En los primeros minutos de la entrevista arma frases en menos de veinte segundos con su lenguaje y la enfermera no para de deletrear el abecedario. La mamá de María Eugenia, Natividad Soria Osorio, dice que su hija es verborrágica y Maru lo confirma con sus ojos: si los cierra, quiere decir “SI”.
María Eugenia terminó la escuela secundaria sin llevarse una sola materia y llegó a estudiar el Profesorado de Inglés hasta tercer año. Además, según cuenta la mamá de Maru, era maratonista y ganó una carrera en Mar del Plata. “Después se puso de novia, lo tuvo a Facundo –su primer hijo- y se dedicó a ser ama de casa. Los dos chiquitos son hermosos, Enzo tiene siete años, está por cumplir ocho, y el otro tiene once”, relata Natividad y enseguida Maru la corrige: “María Eugenia dice que no. Dice que el más grande tiene 12”, indica desde la otra punta de la cama Maura, mientras Natividad se toma la cabeza por el error y Maru sonríe.
Facundo y Enzo, sus hijos, son el motor por el que María Eugenia todos los días decide luchar por una mejor vida de la que lleva ahora. Los ve de viernes a domingos y después vuelven a la casa de su padre. Es que, además del accidente, la historia de Maru guarda otros sinsabores: tras el ACV, su pareja decidió irse con sus hijos explicando que no podía afrontar la situación. Unos años después María Eugenia volvió a ver a sus hijos y asegura que “lo único que quiero es curarme, estar bien y poder abrazar a mis hijos para decirles que los quiero”. Maru hace más señas y agrega: “No me canso nunca de luchar por mi vida porque tengo ese sueño. A veces, cuando los chicos se van los domingos, me pongo un poco triste, pero no bajo los brazos”.
Natividad dice que los hijos de Maru siempre se quieren quedar uno o dos días más. Por eso, los chicos pasaron las últimas vacaciones de verano en la casa de 19 y 78, en el barrio de Altos de San Lorenzo, al lado de su mamá. En ese sentido, Maru indica que la relación con sus hijos es buena y que no tienen problemas para comunicarse, pese a las dificultades que sufrieron durante las primeras visitas de los chicos. “Ahora los reta si no hacen la tarea para el colegio. El año pasado lo vi a Facundo contra un rincón y me dijo que la mamá lo había puesto en penitencia”, cuenta Natividad. Maru, en tanto, vuelve a cerrar los ojos.

-¿Maru es una madre bastante rigurosa?-, le pregunta el cronista a Natividad.

-Si, muy. Los chicos a veces no entienden lo que dice pero se dan cuenta cuando está enojada. No sólo es una madre de severa. Como hija también lo es. Yo tengo presión alta y cuando me pongo nerviosa Maru me reta…-, Natividad habla por unos segundos más hasta que Maru la interrumpe para defenderse de las acusaciones.
María Eugenia mira para arriba y asegura que “NO” es tan complicada madre. Luego hace más señas con su boca y cambia de tema: “Dice que te conoce de algún lado, aunque no está tan segura”, traduce la enfermera el comentario que Maru le dirigió al fotógrafo de este medio. La mamá de la mujer, al paso, agrega que “tiene que ser verdad porque María Eugenia siempre tuvo muy buena memoria”.

-¿A mí? No me acuerdo. Pero puede ser…-, comenta el reportero gráfico y la nota sigue.

FE Y CIENCIA. Los neurólogos del hospital Rossi no le dieron expectativas de vida a María Eugenia pero la mujer siguió luchando por sus hijos. Maru cree que la medicina moderna puede curarla pero no deja de creer en Dios y dice que reza bastante para pedirle ayuda. “Mi hija es una mujer con mucho sentido del humor y luchadora por sobre todas las cosas. Yo no sé si podría hacer todo lo que hace ella. A veces yo flaqueo y ella me da fuerza. Es muy fuerte”, dice, orgullosa, Natividad.
Maru no le echa la culpa a nada ni a nadie por lo que le pasó ni tampoco guarda rencor. “Le puede pasar a cualquiera”, remarca la mujer y vuelve a señalar que el tratamiento podría darle la posibilidad tener abrazados a sus dos hijos y de dejar de comunicarse a través de sus ojos y su boca. “Me dijeron que no iba a vivir. Después del ACV no le encontraban síntomas de que estaba evolucionando. Pero yo la veo y estoy segura de que se puede curar. Incluso, de a poco, empezó a mover un pie”, dice Natividad.
A Maru le aburren las novelas románticas de televisión. Ella prefiere, en cambio, escuchar la red 92 y enterarse de las cosas que pasan en el lugar donde ella vive. Incluso, a veces, se pelea con la madre para que apague la TV porque no alcanza a escuchar los boletines informativos. “Tiene mucho carácter y acá manda ella”, confiesa la mamá de María Eugenia.

-¿Querés decirle algo a toda la gente que ayuda en la campaña para que puedas realizar el tratamiento?-, le pregunta este medio a Maru.

María Eugenia se toma cinco segundos y piensa.

-Sé que hay muchas personas que me están ayudando para que me pueda recuperar y les quiero agradecer. Yo siempre voy a seguir luchando por mis hijos-, cierra María Eugenia.

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